domingo, 22 de abril de 2012

153. S@nt Jordi.com

Estos días he recibido un correo electrónico, de esos que en la jerga informática denominan “spam” y que tienen la habilidad de sortear a los centinelas encargados de la salvaguarda de la “bandeja de entrada”, reliquia sagrada de nuestra privacidad. Normalmente, elimino estos correos porque suelen esconder en sus entrañas, cual caballo de Troya, algún moderno argivo en forma de virus (aunque el mayor virus, sin duda, es el amiguete que nos los envía, en cuyo caso el correo ya no es “spam”, el “spam” es sencillamente tu amigo, metáfora virtual, ésta de los “amigos spam”, perfectamente aplicable a la vida real). Sin embargo, esta vez no he podido sustraerme a la tentación de abrirlo, tras leer el asunto que lo encabezaba: “Aerosoles con olor a libro para libros electrónicos”. Al margen de consideraciones estilísticas (la repetición de la palabra “libro” chirría más que los antiguos módems), se trata, efectivamente, de unos botes que contienen diferentes fragancias evocadoras de los olores del libro, desde el rancio de la hoja vieja, hasta el dulzón de los libros nuevos, pasando por todas las gamas biblioaromáticas. Convenientemente pulverizados sobre la pantalla del libro electrónico, nos devuelven las sensaciones del antiguo contacto con el papel.
Aunque supe luego que el tal anuncio era un bulo, a mí me ha parecido un bulo sintomático. Todo el mundo sabe que muchos libros electrónicos imitan el sonido de las páginas al pasar. Y mañana, los libros de papel salen a manifestarse a las calles contra la amenaza de los recortes del tirano electrónico que embauca con su retórica iconográfica y con la ilusión de hacernos creer que en el leve movimiento de un dedo se cifra nuestro poder sobre el mundo.

Ramblas virtuales
¿Se imaginan ustedes un Sant Jordi sin libros de papel? Estos compradores del futuro se convertirían en paseantes de Ramblas virtuales sin salir de su casa y tal vez enviarían rosas holográficas. O quizás, sensibles a la tradición, las librerías instalarían en las calles casetas de descargas, donde el consumidor entraría para revolver los títulos sobre una pantalla, a lo Tom Cruise en “Minority Report”, hasta encontrar el libro deseado para descargarlo después sobre su receptor. Los escritores no firmarían libros con dedicatorias, sino que el comprador introduciría él mismo, a través de un teclado, la frase que querría que le dedicara el autor y, acto seguido, se le enviaría al libro electrónico una grabación que imitaría la voz del escritor, al estilo de las teleoperadoras automáticas de telefonía móvil, que sonaría cada vez que se encendiera el aparato. A Sant Jordi se le representaría como a un ciborg con espada láser y el dragón escupiría metralla de bits en lugar de fuego.
Así que aprovechen mañana esta tradición obsoleta, dense un baño de luz bajo el astro retrógrado, paseen por las Ramblas abriéndose paso a codazos entre la molesta multitud  para alcanzar el puesto de libros deseado, manoséenlos, huélanlos sin aerosoles y estornuden el polvo del libro viejo, regalen rosas de verdad, aunque seguramente tengan marchito (limitaciones de la pobre e insignificante Naturaleza) alguno de sus pétalos. Encuéntrense con amigos y conocidos y comenten las novedades entre el fastidioso murmullo del gentío. Total, son cuatro días lo que le quedan a estas incomodidades del Día del Libro. Pero, sobre todo, mañana hagan una buena compra; porque en la era del papel, como en la era de la pantalla, en esto de la Literatura también hay y habrá siempre autores y libros “spam”.

Mis otros artículos sobre el Día del Libro




7 comentarios:

Píramo dijo...

Hoy ha ocurrido algo que me da la razón en esto de criticar la tiranía de las nuevas tecnologías.
Utiilzo en el artículo una metáfora sobre el caballo de Troya que alberga en su seno algún "moderno argivo en forma de virus". Pues bien, en el Diari de Tarragona me han cambiado "argivo" por "archivo", perdiendo así el efecto literario que yo deseaba obtener y perdiendo, a la vez, algo de sentido, porque no acaba de entenderse del todo eso de "moderno archivo". Probablemente esto haya sido culpa de los correctores automáticos. A mí también me costó un rato hacerle entender a mi editor de textos que no se empeñara en poner "archivo", sino "argivo". Pero claro, ¿quién utiliza la palabra "argivo" en la era digital? Los que leen a Homero. ¿Y quién lee al anticuado Homero?

Javier Angosto dijo...

El otro día había en un periódico un anuncio de uno de esos aparatos electrónicos y, como gran reclamo, anunciaban que se leía como un libro. Pues para ese viaje no hacen falta alforjas.
Yo siempre digo que el mejor de los "e-books" es a los libros lo que la leche de biberón a la leche materna. Y como dice el doctor González, ni la mejor leche del mercado puede superar a la leche materna.

Núria de Santiago dijo...

Digues per què plores i et lamentes en l’interior del teu ànim quan sents parlar del destí dels argius, dels dànaus i d’Ílion

Érie Bernal dijo...

Píramo, gracias por retratar lo que el futuro puede traernos. No me avergüenzo en confesar que soy una nostálgica empedernida y si, alguna vez los libros de papel desaparecieran, yo sería la primera en adquirir ese artilugio de olores que aunque fuera una ilusión, me transportaría a un mundo imaginario de lo más real. Es uno de los artículos que más me han gustado. Enhorabuena!! Espero que te regalen muchos libros y rosas aunque no puedas pasear por las Ramblas físicamente seguro que tu espíritu estará sobrevolando las paradas con tus obras favoritas ;-)

Tisbe dijo...

Me niego a pensar que los libros de papel puedan desaparecer. Los electrónicos nunca tendrán el mismo encanto: ¿qué será de los que nos gusta poner nuestro nombre en la primera página, la fecha, la persona que nos lo regaló o el lugar de compra?, ¿qué será de ese color amarillento que van adquiriendo las páginas y que otorgan al libro una solera especial?, ¿qué será de ese peculiar olor a polvo de las librerías de viejo?, ¿qué será de los puntos de libro que han guiado tantas y tantas de nuestras lecturas?
Por mucho que avance la tecnología, lo que es, es y un libro será siempre un libro de papel.
Feliz Día del Libro a todos.

Anónimo dijo...

Tienes un pequeño regalo en mi blog…

Píramo dijo...

JAVIER, qué gracia lo del reclamo que mencionas. Con ese ejemplo, está todo dicho.

NÚRIA, qué bien traída la cita. Le viene como anillo al dedo a mi primer comentario

ÉRIE, sé lo que te gusta el libro de papel y le mejor prueba es tu revelación...Disiento contigo respecto a la caildad de este último artículo. Es malillo.

TISBE, tú ve preparando espacio para nuestras estantería para colmarlas de todo eso que dices en tu comentario. ¿Qué me has comprado para el Día del Libro?

Trapisonda, gracias. Regalos así sólo pueden proceder de bitácoras con nombres tan cervantinos como el tuyo.